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La verdad es que Miguel y yo éramos escépticos al principio. No teníamos ni idea de lo que supondría crear un libro ni por dónde empezar. Nos parecía una carga enorme, además de las tareas escolares y la vida diaria. Pero el profesor Armas nos animó a participar, señalando lo importante que era para él que los jóvenes estudiantes Mam tuvieran voz en el libro, que pudieran contar las historias de nuestros antepasados y nuestra lengua. Ser hablante de mam significa ser trilingüe. No es tan sencillo como ser capaz de hablar mam e inglés, sino también español para poder comunicarse con los recursos locales y con nuestra comunidad latina local. Ser capaz de hablar mam significa que puedo conectar con los ancianos de nuestra comunidad que podrían sentirse aislados o incomprendidos. También es hermoso poder compartir tu idioma con los demás, ver cómo se iluminan las caras de la gente cuando oyen algo familiar o nuevo.

Desarrollar y elaborar este libro fue un proceso largo y minucioso. Fueron meses de entrevistas, investigación y noches en la biblioteca. Mi parte favorita del proceso fue poder conectar con los ancianos de nuestra comunidad Mam. Me siento muy agradecida de vivir en un lugar como Oakland, donde la comunidad Mam es tan fuerte y solidaria. Mi parte favorita de la elaboración del libro fueron las entrevistas. Hablé con familiares y amigos, con gente que aún vive en Guatemala, con hablantes de mam, con personas que realmente conocían la cultura. Escuchar sus voces me recordó por qué empezamos este proyecto. Cada uno tiene su propia versión de la historia, sus propias verdades, pero juntas forman una imagen más amplia. Eso es lo que queríamos mostrar.

Disfruté perfilando a mi gente, de Todos Santos Cuchumatán, una comunidad indígena de Guatemala conocida por sus ricas raíces indígenas que aún perduran. Me contaron historias de una comunidad que se preocupaba por los demás, que se cuidaba mutuamente. Por ejemplo, si alguien fallece, la comunidad se reúne y dona dinero y ayuda, no sólo por caridad, sino porque saben que un día ellos también podrían necesitar ayuda. Incluí esto porque incluso dentro de Guatemala, no todas las comunidades Mam conocen los sistemas de apoyo de los demás. Tenía una historia familiar que compartir: el marido de mi hermana no era de nuestra región y sólo conoció estas tradiciones cuando falleció alguien cercano a él. Escribir sobre ello me pareció muy significativo.

Pero la parte más difícil de este proceso fue la de la investigación. Este agotador proceso me hizo darme cuenta de lo importante que es un proyecto como este, porque hay tal falta de información sobre la historia Mam que hizo tan difícil la investigación. Miguel y yo pasamos horas en la biblioteca de Oakland, buscando en Internet y en los libros de la biblioteca para tratar de encontrar información precisa sobre nuestra cultura. Llegamos a la conclusión de que teníamos que confiar en nuestras familias y comunidades para obtener esta información, porque eran las personas que vivieron la historia.

Estoy increíblemente agradecida a mi padre, que fue esencial en este proceso de investigación. Se sentó pacientemente conmigo una y otra vez, escuchó mis preguntas y me dio respuestas. Le encanta la historia, siempre ve las noticias y habla del pasado, especialmente de las guerras en Guatemala y de cómo se trataba a la gente, sobre todo a las mujeres. Fue él quien realmente me hizo comprender cómo era la vida entonces y lo que significó para él marcharse.

Vino a Estados Unidos en busca de seguridad y oportunidades. Nací aquí, pero nunca olvido que todo lo que tengo es gracias a los sacrificios que hicieron mis padres. Por aquel entonces, oían hablar de Estados Unidos como si fuera una tierra dorada de seguridad y dinero, donde podías trabajar y enviar dinero para mantener a tu familia. Pero no era tan sencillo. Ahora es aún más difícil, con las políticas de inmigración y las redadas de ICE que hacen que la gente tenga miedo de salir de casa. Veo a gente de mi comunidad que tiene miedo de salir de casa, de ir a trabajar o de llevar a sus hijos a la escuela. Me doy cuenta de cómo nuestras calles están más vacías y del miedo que corre por ellas. Pero un pedazo de papel no nos define. No borra nuestras historias, nuestras identidades ni nuestro valor.

Esa es una de las razones por las que este libro es tan importante. Porque la gente no espera mucho de la juventud Mam. No esperan que seamos escritores o líderes. Pero lo somos. Este libro lo demuestra. Cuando ganamos el Oakland Heritage Award, me sentí muy orgullosa, pero también nerviosa. Hablar delante de tanta gente daba miedo, pero también significaba que estaban escuchando nuestras voces. Mi padre estaba especialmente orgulloso. Me dijo lo importante que es que nuestra generación sepa por lo que pasó la anterior, para que podamos apreciar todo lo que tenemos y llevar nuestras historias adelante.

Ahora que me he graduado, mi sueño es ir a la universidad y estudiar enfermería. Quiero ser la primera de mi familia en graduarse en la universidad y quiero devolver algo a mi comunidad. No doy por hecho esta oportunidad. Mis padres vinieron aquí para darnos una vida mejor y quiero honrar eso. Quiero demostrar que podemos triunfar, no solo por nosotros, sino por todos los que vinieron antes que nosotros.